¿Qué es el burnout y cómo detectarlo?
Para nadie es sorpresa que los últimos dos años han representado retos importantes tanto para empresas como para sus trabajadores. La crisis sanitaria, junto con la incertidumbre económica y la inmediatez de la implementación del trabajo a distancia cobró factura en las finanzas de las empresas y la salud mental de todos los involucrados. Hoy, a dos años de pandemia, seguimos enfrentando las consecuencias de las decisiones tomadas en ese entonces que, aunque fueron necesarias, su ejecución no fue la más adecuada.
Una de estas consecuencias es el burnout, fenómeno que muchos trabajadores están experimentando desde hace meses. El burnout se manifiesta sobre todo por un cansancio excesivo, acompañado de largos periodos de estrés, ansiedad, baja productividad y preocupación por no cumplir con los requerimientos diarios del trabajo. Esto se debe sobre todo a que, ante la recesión que la cuarentena representó, muchas empresas redujeron su personal, pero no su actividad, por lo que los trabajadores que conservaron sus empleos cubrieron dos, tres o más puestos al mismo tiempo.
Ante este panorama, muchos trabajadores se han esforzado por mantener el barco a flote, sacrificando tiempo personal y de descanso con tal de alcanzar las metas establecidas. Si bien una situación como esta es soportable por un par de meses, por un periodo prolongado es sumamente cansado tanto mental como físicamente. Por tanto, es importante detectar las señales de burnout en el personal o en la situación personal, para encontrar caminos que ayuden a detener su avance y resolver las consecuencias negativas que pueda haber. Estas son solo algunas de las señales de burnout:
- Dificultad para concentrarse. Al no contar con tiempo adecuado de descanso, u ocuparse de muchos proyectos al mismo tiempo, la capacidad de concentración es baja, y cada vez es menor. Esto llevará a consecuencias de baja productividad, errores constantes y dificultad para encontrar soluciones.
- Irritabilidad y poco control de emociones. El estrés, además de afectar físicamente a quien lo sufre, provoca problemas emocionales, sobre todo en el control de emociones como el enojo, la tristeza y la frustración. Las consecuencias pueden ser un ambiente de trabajo inestable, poco productivo e incluso dañino para quienes lo integran.
- Generación de emociones negativas. Cuando un trabajador se encuentra en burnout es normal que comience a generar rencores o emociones negativas hacia sus compañeros de trabajo, pues el descanso es escaso y el trabajo se va acumulando. Los peligros de este tipo de emociones son tan grandes que pueden llegar a fracturar una dinámica de trabajo que antes funcionaba.
- Problemas físicos a mediano y largo plazo. Ya que el descanso y la relajación se sustituyen por más trabajo, una persona con burnout puede experimentar problemas físicos que afecten su salud a lo largo de su vida. Entre estos daños pueden desarrollarse trastornos del sueño, neurológicos, gastrointestinales, neurológicos o psicológicos.
- Dificultad para mantener relaciones sociales. Ya que no existe una barrera clara entre la vida personal y la profesional cuando se sufre burnout, la persona puede llevar sus problemas personales al trabajo, o los de trabajo a la vida familiar, creando más problemas de difícil solución. Esto afecta todos los ámbitos de la vida de la persona, afectando tanto su lado físico como emocional.
Si detectas alguna de estas señales en alguien, o en ti mismo, es tiempo de buscar ayuda profesional, para que estas afectaciones no lleguen a más ámbitos, llevando incluso a consecuencias sin solución. Si bien el trabajo es importante, si no se acompaña de una vida personal, anímica y mental saludable, no se obtendrán buenos resultados.