Amela, una comunidad de fundadoras latinoamericanas que buscan romper el paradigma predominante masculino del ecosistema emprendedor
Economista de profesión, surfer de corazón y empoderadora por convicción. Ella es la peruana Michelle Fischman, una de las cabezas detrás de Amela, una comunidad de fundadoras en el mundo Tech que busca solucionar la brecha de género y de inversión en Latinoamérica.
La misión de Amela es clara: Ayudar a construir una plataforma que impulse la colaboración y brinde recursos poderosos a mujeres fundadoras a lo largo de su camino y poder conectarlas con inversores para brindar un acceso más amplio a capital.
Fiel a su pasión por las olas, Michelle nos toma la llamada desde algún destino tropical, donde nos contó más a fondo sobre sus primeros pasos como profesionista en su natal Perú y el motor que la llevó a fundar Amela junto a Anais Cisneros.
“Desde muy chica estuve involucrada en temas de género. Cuando estaba en Perú trabajé en el Banco de Desarrollo Peruano y lideraba proyectos de emprendimiento en zonas rurales del país con mujeres emprendedoras, programas e inclusión financiera.”
Después de un tiempo en la iniciativa pública, Fischman concluye que el impacto que podía generar desde esa trinchera no era suficiente, por lo que decide incursionar en el espectro privado. Su primer reto fue en consultoría en Ernst & Young donde conoció a Anais, quien en un futuro se embarcaría con ella en Amela. Después, la economista se va a Deloitte en Portugal donde sigue desarrollando sus habilidades tanto consultoras como deportivas. Hace 4 años por motivos personales llega a México.
Llegada a México
“Cuando llego al país, la consultoría ya no me gustaba tanto. Quería algo con más impacto social y ligado al emprendimiento, que era lo que había estado haciendo. En ese momento es cuando Endeavor México me hace muchísimo sentido y entro a trabajar ahí en una nueva área que se llama Open Innovation.”
A través de Open Innovation de Endeavor México, Michelle conectaba a corporativos con startups que contaban con soluciones a los diferentes retos que a las que se enfrentaban las grandes empresas. Después de un tiempo, Fischman pasa a trabajar en lo que es el core de Endeavor que es ayudar a escalar y acelerar startups. “Ahí me tocó apoyar empresas increíbles como Kavak, Ben & Frank, Luna y Justo,” recordó Michelle.
Al cumplir su ciclo en Endeavor, Michelle es invitada por Héctor Sepúlveda y Jaime Zunzunegui, a Nazca, una VC que busca apoyar emprendimientos latinoamericanos y que en ese momento estaban desarrollando un área nueva llamada Platform a través de la cual el fondo ayuda a las empresas a escalar.
Con toda esta experiencia a través de diferentes empresas y organizaciones, se da cuenta de un fenómeno muy particular: la mayoría de los principales actores del ecosistema emprendedor son hombres.
“Las estadísticas muestran que el financiamiento recibido por equipos con al menos una fundadora es mínimo. Por eso, me reconecté con Anais. Después de trabajar como consultora durante cuatro años, decidió hacer un MBA y unirse al ecosistema tech en Europa a través de diferentes startups.”
Nacimiento de Amela
Juntas decidieron crear una comunidad de mujeres emprendedoras en Latinoamérica para ayudarlas a obtener financiamiento. Además, ofrecen servicios de mentoría y construyen una red de fondos interesados en invertir en la comunidad. Ellas curan una lista de emprendedoras y la validan para asegurarse de que esté alineada con la tesis de los fondos. El proceso es muy ágil y da acceso a un network que muchas emprendedoras no tienen.
“La comunidad de Amela creció a través de referencias de otras fundadoras y también a través de la visibilidad en algunos medios. Después de un año, la comunidad ha alcanzado a 200 emprendedoras en 8 países de Latinoamérica. Nuestro enfoque principal es brindar servicios de recaudación de fondos y ayudar a las emprendedoras a fortalecer su pitch, su deck y su modelo financiero con el apoyo de mentores experimentados. Además, hemos construido una red de 70 fondos en la región que están interesados en recibir oportunidades de inversión a través de la comunidad de Amela.”
Otra oportunidad que identificaron es que la mayoría de estos emprendimientos liderados por mujeres, se encuentran en etapas iniciales por lo que el papel de inversores ángeles eran claves en sus rondas pre-semilla. Por esta razón lanzaron una red de ángeles que están interesados en invertir en equipos diversos.
Amela ofrece un newsletter que se publica todos los martes y en el que incluyen información relevante para la comunidad empresarial, pero abierto al público en general. Ofrecen información sobre eventos, oportunidades y convocatorias de inversión de la semana. Además, organizan eventos remotos con oradores especializados en temas de interés y también eventos en persona que tocan temas importantes como la salud mental y psicología, ya que creen que es fundamental para el bienestar de la empresa y sus líderes. El modelo está en proceso de pivoteo y están construyendo un producto más automatizado y centralizado que les permita escalar y monetizar. Actualmente, también están levantando capital con inversores ángeles.
Desafíos de la comunidad
Si bien la comunidad de Amela ha crecido de forma orgánica y colaborativamente, las fundadoras ya están analizando formas de monetizar.
Michelle sabe uno de los mayores desafíos es el equilibrio entre la cantidad y la calidad del servicio que brindan y menciona que se han centrado más en la calidad para que las personas se sientan conectadas y parte de la comunidad. Además, ha habido un filtro riguroso para aceptar a las fundadoras partícipes en Amela.
“Si bien no queremos ser limitantes en el acceso, tuvimos 450 aplicaciones y solo aceptamos a 200; Somos industry y stage agnostic. Tienes que probar que ya has comenzado a construir un producto, pertenecer a Latinoamérica hispanoparlante, tech enabled y que tu modelo va a ir apoyado por un capital de riesgo.”
Además, Fischman profundizó en el estado actual del escosistema founder femenino: “El ecosistema de mujeres fundadoras aún está en desarrollo y necesita más conciencia y aliados que confíen en la solución. También hay un desafío en el lado de los inversionistas para que tengan equipos más diversos. Creo que sin duda está evolucionando muchísimo, pero falta muchísimo por hacer y eso no viene de nuestro lado. Necesitamos aliados que confíen y que crean que esto realmente se tiene que solucionar.”
Michelle también sabe que un tercer desafío es fomentar la decisión de más mujeres para emprender y reducir los factores psicológicos que las hacen más reacias al riesgo. Por eso cree que la construcción de una plataforma como Amela y un ecosistema seguro animará a las mujeres a emprender.