Cuidado de la salud mental
El tema de la salud mental ha cobrado relevancia en las últimas décadas. Gracias a los avances en estudios psicológicos, psiquiátricos y de neurociencias, hoy estamos un paso más cerca de dar a las afecciones mentales y anímicas la importancia que merecen, aunque aún estamos lejos de un verdadero cuidado de la salud mental. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, los casos de ansiedad y depresión a nivel mundial aumentaron 25% en el primer año de la pandemia por COVID-19. Este índice no ha hecho más que aumentar ante la prolongada situación de incertidumbre que tanto la pandemia como las recesiones económicas han traído, por lo que hoy en día es más importante que nunca poner a la salud mental en posición central de nuestras preocupaciones en el campo profesional.
Una mala salud mental puede traer afectaciones a nivel personal y laboral, pues inciden en la percepción, modos de relacionarse y desempeño de los individuos. Un trastorno de ansiedad o depresión, dos de los padecimientos mentales de mayor crecimiento en el último siglo, repercute en problemas de atención, procesamiento de la información y toma de decisiones de cualquier persona, pues son afectaciones que no discriminan sexo, condición social o nivel intelectual. Por tanto, este tipo de afectaciones llegan a afectar el desempeño de cualquier empresa u organización en que las personas con problemas mentales participan.
Es importante entender que este tipo de afectaciones no son responsabilidad de la persona que las sufre, pues generalmente son provocadas por causas orgánicas y de circunstancia de vida. Un desequilibrio hormonal, fallas en la capacidad receptora de las neuronas, aunado a catalizadores como experiencias y sucesos en la vida cotidiana, pueden provocar que una persona pierda motivación, capacidad de concentración y afectaciones físicas por consecuencia de las anteriores. Por consecuencia, otra de las afectaciones que una persona con problemas de salud mental puede llegar a experimentar es el sentimiento de culpa, el aislamiento o la victimización por una situación que se encuentra fuera de su control, desencadenando aún mayores afectaciones anímicas.
Ante un panorama como el que actualmente vivimos, aunque parece que la pandemia por COVID-19 está por terminar, es necesario concientizar sobre la existencia real de las enfermedades mentales, así como las afectaciones que pueden tener en la calidad de vida no solo de quienes las sufren, sino de quienes les rodean. Un correcto acompañamiento, dejando de lado el juicio y la culpabilización, de una persona que sufre algún trastorno emocional, es apenas el primer paso para resolver las afectaciones que conlleva. Así como en cualquier organización el cuidado de la salud física es básica para conformar y mantener un buen equipo de trabajo, igualmente la salud mental debe ser prioridad, no solo por la búsqueda de concretar los objetivos empresariales, sino también para fortalecer y mejorar la salud integral de los colaboradores del equipo de trabajo.