Little Bookmates Pt.1: El negocio de prestar libros infantiles
Platicar con Federico Suárez resultó, además de interesante y enriquecedor, una forma bastante divertida de pasar el rato.
Este emprendedor nacido en la Ciudad de México transitó su periodo universitario con mucha calma, pues consideraba que no ofrecían realmente lo necesario para salir al mundo laboral.
“Soy ingeniero industrial de formación. Tardé solamente 9 años y medio en cursar mi carrera porque siempre le di prioridad a la experiencia profesional y a las actividades extracurriculares como el baile irlandés, que tuve que dejar porque me fregué la rodilla. En realidad, decidí concluir mis estudios solamente para dar por cerrado el ciclo”, platica entre risas Federico.
En ese periodo, Fede tuvo la oportunidad de trabajar en la Embajada de México en Austria, apoyando el área de impulso turístico entre ambas naciones; en Kin Camp, coordinando las actividades al aire libre; en Culver Summer Schools and Camps, como instructor de equitación y manejando las relaciones públicas internacionales; en Bio-s, una consultoría que cofundó para capacitar y brindar servicios de salud a los campamentos; en Pipiol, a cargo de la dirección de ventas del campamento; y en Kin Camp nuevamente, pero como director de marketing.
“Despúes de tantos años en el sector turístico pensé que me iba a dedicar siempre a los campamentos, que eran mi pasión, pero luego me invitaron a Aventones y encontré dos nuevas pasiones: el emprendimiento y la movilidad”, narra Federico mientras demuestra su emoción. “Las lecciones más importantes que me llevé al haber trabajado en campamentos fueron el aprender a hacer el ridículo y reirme de mi mismo”, concluye.
Trabajando por la movilidad en LatAm
Fede aceptó la invitación para unirse a Aventones en agosto de 2013. Ahí trabajó con grandes empresas y los tres niveles de gobierno, para impulsar la movilidad sustentable de personas e instituciones tanto en México, como en Perú, Colombia y Argentina, países donde participó en el lanzamiento.
Adicionalmente, le tocó vivir el proceso de due-diligence cuando la francesa BlaBlaCar adquirió Aventones en febrero de 2015, y la transición de ser startup a integrarse a una estructura de más de 300 personas a nivel global.
“Fue un poco como una patada al ego, aquí eres la gran startup, llegas a Francia y eres un engrane más. Fue un cubetazo de humiladad muy padre”, apunta el emprendedor.
Durante la transición, Fede traía encaminados un par de proyectos de movilidad por lo que tomó la decisión de dejar BlaBlaCar y volver a emprender, a inicios de 2016. En ese momento nació NomadFlock, una startup de innovación social que dignificaba los traslados de las personas, mediante un transporte inteligente y sustentable, basado en la confianza y las rutas dinámicas.
“Digamos que era un equivalente a lo que hoy son Jetty o Urbvan, pero con un algoritmo de ruteo que en su momento era más avanzado de lo que el mercado buscaba. Era la perfecta combinación entre Uber Plus y un microbús, pero a bordo de una camioneta Sprinter, donde la ruta flexible se iba armando conforme la demanda lo ameritaba, es decir que no eran rutas fijas. La gente subía a lo largo de ella, pero se iba trazando durante el trayecto, siempre era dinámica”, describe Fede recordando la propuesta de valor de su segundo emprendimiento.
Por desgracia, después de tener problemas con sus socios tecnológicos, una desarrolladora de origen español, el proyecto tuvo que cerrar sus puertas y el emprendedor optó por aplicar a una maestría en el extranjero, de la que fue rechazado.
Tiempo para repensar las cosas
Si algo tiene Fede es que no se rinde y siempre encuentra el lado positivo de cada situación, sin importar lo compleja que parezca. Por ello, se percató que en ese momento tenía lo que él llama los 3 elementos preciosos para viajar: tiempo, energía y dinero, así que hizo sus maletas y se fue por casi 4 meses a los Himalayas a reencontrar su propósito y decidir sobre su siguiente paso.
Debido a que el emprendedor creció siendo lector y a que en esa temporada consumió muchísimos libros, comenzó a interesarse por esta industria. Cada libro que terminaba lo consideraba mejor que el anterior, un efecto común -según menciona- entre la gente que lee, pues es difícil compararlos cuando cada uno aporta cosas distintas.
Un nuevo objetivo: incentivar la lectura
Por curiosidad comenzó a investigar, recopilar y comparar estadísticas relacionadas con la lectura en México y al ver tantas inconsistencias pensó que no sería posible crear proyectos eficientes de impulso, debido a que los parámetros de partida estaban erróneos o eran incluso falsos.
“Hay quienes dicen que no leen por falta de tiempo, pero un estudio menciona que por cada hora dedicada a la lectura, una persona en nuestro país dedica en promedio 10 a la televisión. Entonces no es falta de tiempo, sino falta de priorización”, describe Fede.
Quiso poder medir correctamente los hábitos de lectura para poder generar buenos programas. Así que pensó en desarrollar una app y mientras testeaba su MVP, su amigo Jordi Adame, entonces CTO de Econduce, le ofreció presentarlo con Ariadna Trapote, una conocida suya que estaba emprendiendo en la industria.
Tras un par de pláticas y coincidir con la idea de “construir la biblioteca más grande del mundo”, los emprendedores reconocieron que ambos tenían el mismo objetivo: que la gente leyera o que al menos leyera más.
Little Bookmates, la primera parte
En ese momento Ariadna llevaba aproximadamente un año operando desde casa Little Bookmates, como se llamaba su proyecto, y Fede abandonó su idea para unírsele y probarse como socios.
Ari, como le conocen, conceptualizó la escencia de Little Bookmates mientras estudiaba una maestría en Boston, junto con su esposo y sus dos niños. Estando allá, forjaron la tradición de ir a la biblioteca local para sacar libros diferentes e ir probando temáticas nuevas.
Con perfil financiero e inmersa en el mundo corporativo, Ari comienza a acercarse al emprendimiento gracias a conceptos de su maestría y al libro ‘Delivering Happiness: A Path to Profits, Passion, and Purpose’, del entonces CEO de Zappos, Tony Hsieh.
Basándose en la hipótesis fundacional de Uber, donde se asumía que el auto pasaba alrededor del 90% del día estacionado y sin uso, Ari consideró que los libros pasaban el 99.9% de su vida en un estante y que existía una oportunidad para sistematizarlos y utilizarlos de manera inteligente. Así a través de su proyecto buscaría elevar los niveles de lectura y no la venta de libros directamente, pues incluso la cadena de librerías más improtante del país supone que entre el 30 y 40% de los libros que vende nunca serán leídos.
Al concluir sus estudios y disponerse a volver a México, Ari se da cuenta de que existe poca variedad en libros infantiles, no hay oferta suficiente en inglés y no existen servicios de préstamos de libros, por lo que invierte alrededor de $90,000 MXN para adquirir este tipo de libros, con la intención de comenzar a prestarlos a su regreso.
Comienza a operar desde la sala de su casa, con un Excel y prestándo su biblioteca entre las mamás de los amigos de sus hijos. Probó diferentes cantidades de libros y concluyó que 8 era un buen número mensual, sin importar cuantas personas que componían las familias.
Tras unos meses de operación Ari aplica al programa de aceleración para startups de POSIBLE y Endeavor México, donde resultó finalista, generando muchos contactos y cobertura en medios.
Little Bookmates, un punto de partida común
Cuando los presentaron, Ari enfrentaba el “problema feliz” de que no dejaban de llegar nuevos clientes, pero con cada uno de ellos la carga de trabajo aumentaba y se convertía en un cuello de botella. Al unírsele Fede, pudieron trabajar en el deshagogo de la operación mediante la simplificación de procesos, muchos de los cuales eran manuales, y la tercerización de la logística considerando que, a diferencia de otros modelos de negocio de ecommerce, aquí el producto debia salir, pero también regresar.
Los nuevos socios fueron revisando cada uno de los aspectos del negocio, pasando por pricing; cobranza; empaquetado de servicios; distribución y logística; opciones, periodos y métodos de pago; membresías mensuales, semestrales y anuales; entre otros que les permitieron encontrar el punto de equilibrio para cada nuevo cliente.
Adicionalmente, dedicaron esfuerzos para conocer a sus clientes, diseñar un mix ideal de lectura, encontrar la mejor manera de escoger los libros de los paquetes, trazar la forma más inteligente de rotar el inventario y enfocarse en generar utilidad para el negocio.