El verdadero desapego: En 4 pasos
Por: Nai Maldonado, Founder & CEO de Antídoto y Cofounder Vikāra Colectivo
Y si no te amas al menos un poco, si no creas una coraza de amor propio y felicidad alrededor de tu corazón, los débiles dardos de la gente se harán letales y te destruirán.
La primera vez que te vi, hice un pacto conmigo mismo: – ¡Evitaré amarte hasta que no te hayas aprendido a amarte a ti misma.Por eso Alicia, no, no te amo, dijo el conejo blanco.
– Inspirado en “Alicia en el país de las maravillas”, de Lewis Caroll.
De un tiempo acá, nos encontramos y consumimos contenido de autoayuda para sobrellevar duelos, relacionado con el desapego, “soltar”, “dejar ir” y el conflicto principal con este concepto, es que no se ha logrado transmitir de una manera práctica, realista y sostenible. Como si de un brebaje milagroso se tratara. Hemos entendido, que dejar ir y soltar, se trata del otro, y creo es ahí donde radica la primera misconcepción.
No se trata de soltar o dejar ir al otro, como por arte de magia, como si con una varita mística pudieras borrar de tu memoria y hacerle desaparecer, no funciona así, el recuerdo de ese vínculo significativo probablemente siempre estará, en tu mente, en tu corazón, en tu cuerpo, a mayor o menor escala con el paso del tiempo.
Antes de saltar al desapego, debemos hablar de un aliado esencial:
El reconocimiento. (1) Ha llegado el momento de la verdad, ir pelando capas para llegar a lo más profundo y reconocer si el puente que nos une a esa persona, sea de dolor, nostalgia, melancolía o hasta rencor, está construido a base de las necesidades del ego, con fines utilitaristas, traumas complementarios y refuerzos intermitentes, efectos de normativas sociales, sentido de pertenencia, como sucedáneo anestésico para cubrir heridas y carencias como el miedo a la soledad, procreación para la preservación de la especie o bien, si lo que se siente va más allá y no encaja con ninguna de las antes mencionadas, pues se trata de amor incondicional, amor no transaccional.
La aceptación (2) Implica trabajo, una dosis de realidad y disciplina, un diario recordatorio, de aceptar el presente, que es tal cual es y cómo debe de ser, no importa el camino que se haya tomado, el hoy, no pudo haber sido de otra manera, si no, así sería y no lo es. Aceptar las decisiones que se tomaron y el camino que nos condujo al destino presente.
Aceptar la naturaleza y condición humana, somos propensos a sentir amor, vulnerabilidad y dolor. Es inevitable experimentar amor incondicional, el amor a veces duele porque es irracional, no siempre tiene una lógica o un fin utilitario, como comúnmente se practica en nuestra sociedad actual.
Así fuimos creados, con una capacidad innata de amar. Es el orden natural de la vida y no lo podemos evitar, es como tratar de evitar que el sol salga por las mañanas, de distinto color, cambiar el orden en las estaciones del año, o hacer que los troncos de los árboles sean azules y que las estrellas dejen de existir; es el orden natural.
Así como lo es en nuestra naturaleza, experimentar en algún momento de nuestra vida, amor incondicional. Sin fines utilitarios, por más que tengamos un “gen egoísta” El gen egoísta (The Selfish Gene) Libro de Richard Dawkins
“¿y yo qué recibo a cambio?” en ocasiones no recibirás nada a cambio, y aun así, no puedes simplemente dejarlo de sentir. No va a desaparecer por arte de magia, lo que sí se puede lograr, es canalizar de manera constructiva el outcome, respetando el espacio del otro, sus decisiones y poner tus propios límites de manera asertiva.
Así como existe el diagrama de Pareto 80/20, existe un equilibrio en la naturaleza, y lo mismo ocurre con las relaciones interpersonales, algunas personas nos darán de más, sin ser correspondidas y en otras ocasiones, nos tocará a nosotros dar de más sin recibir lo mismo a cambio, es el equilibrio natural. Se trata de aceptar tu presente y tu propia naturaleza como condición humana.
Y entonces, ¿A quién se “suelta”? ¿Qué es lo que se debe “dejar ir” para lograr un desapego? A ti mismo, a tu vieja versión.
Es momento de la Despedida (3) de tu versión antigua, esa versión egoica, basada en expectativas, utilitarismo y transaccionalidad. Ese junky de dopamina que se alimentaba de refuerzos intermitentes, moldes, patrones y una agenda social implícitamente establecida.
Soltar y dejar atrás esa versión de ti, esa versión que tenía la necesidad de recibir una recompensa. No se trata del otro, se trata de ti.
Rediseñar (4) Una nueva versión, capaz de entender para aprender, evolucionar, poder crear y trascender sin apegos, sin sufrimiento, sentirlo y transitarlo, convertirlo en combustible, en motivación, en arte. Una versión que cultive amor propio, consciente de que, si se tiene la capacidad de amar a otra persona de forma incondicional, es porque también existe la capacidad para dárselo a sí mismo. Que todos los atributos positivos e increíbles de los que te enamoraste y viste en el otro, de alguna manera te resuenan, porque fungió como espejo, los viste reflejados, y ya habitan en ti.
Agradable o desagradable el proceso de desapego, sin duda, es un regalo preciado de nuestra condición humana, y solo nosotros lo podemos experimentar y expandir de esa manera; amor, dicha, dolor, aceptación, desapego y plenitud.
Gracias a ti,
a tu lindo verde mar-mirar y lunares aroma café;
por enseñarme a crecer.