Lo que te dolió de niño hoy impacta en tu trabajo

- Las heridas emocionales no resueltas en la infancia impactan directamente en la forma en que las personas lideran, se comunican y toman decisiones dentro del entorno laboral.
- Estos patrones, llevados al ámbito profesional, generan dinámicas disfuncionales en los equipos: perfeccionismo excesivo, necesidad constante de validación o resistencia al cambio; lo que afecta tanto el rendimiento como la colaboración.
- Según Saskia de Winter Training, el primer paso para transformar una cultura organizacional es que cada persona identifique sus pendientes emocionales y actúe desde la conciencia profesional, no desde el dolor personal.
Un líder aparentemente exitoso explota ante una crítica. Un colaborador talentoso evita las presentaciones en público a pesar de sus capacidades. Una negociadora brillante se paraliza cuando debe tomar decisiones bajo presión. ¿Por qué sucede esto? Las heridas emocionales de la infancia nos son inherentes e impactan a pesar de que ya somos adultos.
De acuerdo con el INEGI, los mexicanos reportan un nivel de satisfacción con la vida de 8.6 puntos donde la escala es del 1 al 10; aunque es una buena noticia, este dato contrasta con las dinámicas profesionales donde los equipos no toman decisiones desde el presente, sino que se filtran a través de experiencias no resueltas del pasado.
“Las heridas de la infancia crean mapas internos de supervivencia que, aunque fueron útiles en su momento, se vuelven limitantes en el desarrollo profesional. Un niño que desarrolló hipervigilancia para protegerse puede convertirse en un ejecutivo que no delega porque no confía en que otros cumplan”, explica Saskia de Winter, socia fundadora y Directora General de Saskia de Winter Training, firma de capacitación empresarial personalizada e individual.
Costo invisible de las heridas no sanadas
Las heridas emocionales —rechazo, abandono, humillación, traición y justicia— se manifiestan en situaciones específicas dentro del ambiente de trabajo. Por ejemplo, una persona que vivió rechazo puede buscar aprobación constante y compromete su capacidad de liderazgo; quien experimentó traición puede desarrollar mecanismos de control excesivo que complican la colaboración.
Esto no solo afecta el rendimiento de las personas; transforma la cultura organizacional completa. Los equipos se vuelven espacios hostiles donde se replican patrones familiares disfuncionales; esto convierte las reuniones de trabajo en campos inconscientes de batalla.
Para la socia fundadora de Saskia de Winter Training, “la diferencia entre un equipo que toma decisiones estratégicas y uno que reacciona desde las heridas emocionales está en el nivel de autoconciencia de sus integrantes. Cuando las personas reconocen sus patrones, pueden elegir responder desde su capacidad profesional en lugar de reaccionar desde su dolor”.
Detectar para transformar
Saskia de Winter Training comparte algunas manifestaciones de que las heridas están activas e impactan nuestra vida laboral:
- Perfeccionismo que paraliza la acción: Retrasa entregas por detalles mínimos, aunque el proyecto ya cumple su objetivo.
- Necesidad excesiva de reconocimiento: Busca validación constante y se desmotiva si no recibe elogios ya sea en público o en privado.
- Dificultad para recibir retroalimentación: Responde a la defensiva ante críticas, aunque sean constructivas.
- Resistencia extrema al cambio: Rechaza nuevos procesos solo porque “así siempre se ha hecho”.
Cuando se identifican, se convierten en puertas de entrada hacia la transformación. Por este motivo, la metodología de trabajo con equipos debe incluir el reconocimiento de estas dinámicas, como parte del desarrollo profesional. No se trata de convertir la oficina en un espacio terapéutico, pero sí de crear conciencia sobre cómo el pasado impacta las decisiones del presente.
“La clave está en generar un ambiente en donde las personas puedan reconocer sus acciones sin temor al juicio y desarrollar nuevas respuestas. La transformación de los equipos comienza cuando cada colaborador asume la responsabilidad de sanar sus heridas para tomar decisiones desde la claridad”, concluye Saskia de Winter.




