La necedad positiva de un emprendedor social
Pocas personas han demostrado estar tan decididas a cumplir un sueño como lo ha hecho Enrique Uribe, quien desde una edad muy temprana soñó que tendría su propio negocio y tomó la decisión de no trabajar para nadie más. No siempre fue un requisito que su emprendimiento incluyera un gradiente social, pero los giros que dio su vida y los aprendizajes que recogió en el camino lo llevaron ahí.
Aun siendo estudiante universitario, Quique comenzó a delinear una idea que al poco tiempo se convertiría en su proyecto de titulación. Consistía en la creación de una compañía generadora de contenidos, productos de consumo y hasta parques de diversiones, basados en propiedad intelectual que él mismo desarrollaría.
Junglandia y Sustentag
El primer paso para lograrlo lo dio al constituir su primera empresa, ENUBE, desde donde lanzó Junglandia, un mundo virtual de juegos para niños con el que aprenderían acerca del cuidado a la ecología y generaría ingresos mediante patrocinios.
Utilizando sus personajes, logró también un contrato con uno de los principales bancos del país para producir semestralmente una revista impresa que estaría disponible en sucursales para los niños que acompañaran a sus padres. Para diversificar, desarrolló Sustentag, una revista digital sobre ecología y sustentabilidad, y comenzó a prestar servicios para terceros, entre los que se incluían el diseño gráfico y la generación de conceptos creativos.
La etapa de Rabbot
Decidido a continuar construyendo su sueño, Enrique se asoció con Manolo Hernández, un amigo de la infancia, con quien fundaría su segunda compañía: una agencia de publicidad digital.
El apetito emprendedor de los nuevos socios los llevó a iniciar al poco tiempo su propia desarrolladora de proyectos basados en tecnología entre los que se encontraron: una empresa de soluciones de front-end y back-end enfocadas al sector público, una aplicación móvil para que los ciudadanos pudieran reportar con la entidad pública correspondiente incidencias como baches en las calles y una plataforma de checkout que permitía realizar compras en internet sin formularios.
Todo parecía una historia de éxito hasta que comenzaron a enfrentar problemas de liquidez y, poco a poco, se vieron forzados a bajar el telón de los diferentes proyectos. Como último recurso, intentaron convertir sus oficinas en un espacio de coworking sin obtener el éxito que esperaban. Mientras se despedían de sus últimos empleados, Enrique decidía el rumbo que debía tomar su vida. Uno de sus colaboradores más cercanos, Pedro Luis Santillán, permaneció a su lado hasta el final y le comentó que lo acompañaría en su siguiente emprendimiento.
El nacimiento de AllWithBooks
En esas mismas fechas Enrique recibió la enorme noticia de que se convertiría en padre. Pensando en su pequeña próxima a nacer y con nuevas inspiraciones surgidas de la lectura del libro “Start Something That Matters” del fundador de TOMS Blake Mycoskie, lanzaron JUNGLOS.
Este nuevo proyecto se enfocaba en la creación de libros personalizables para niños, que abordaban historias de piratas y princesas, y con el que prometían donar un libro por cada uno de los casi 300 libros que lograron vender. Para ello, se acercaron a Sofía Gómez, de la Fundación ProMéxico Indígena, quien les recomendó visitar la comunidad maya de Katab, en el estado de Campeche.
Enamorados del lugar, pero sobre todo de su gente, Enrique y Pedro tomaron la decisión de trabajar de la mano de sus habitantes para generar un nuevo proyecto que beneficiara a ambas partes. Tras diversas reuniones con los niños del poblado, co-escribieron un libro de ficción ambientado en la comunidad, y nuevamente, donaron un libro por cada libro vendido. Buscando retroalimentación de sus consumidores, descubrieron que habían adquirido el libro pensando que abordaría vivencias reales de la comunidad maya.
Con esto en mente decidieron replantear el proyecto, pero fijándose un objetivo de mayor alcance que era el construir la primera biblioteca de Katab. Con la convicción de que los libros pueden generar cambios positivos y de que con ellos cualquier cosa es posible, lo renombraron All With Books.
La nueva estrategia incluía involucrar completamente a la comunidad beneficiada y para ello, entrevistaron a algunos de sus miembros más representativos, de quienes contarían las historias utilizando animales originarios de la región. El producto final, que consistía en una caja con 10 libros diferentes, fue fondeado en su totalidad mediante la plataforma de crowdfunding Kickstarter, y alcanzó ventas cercanas a las 1,800 unidades, permitiendo que la construcción de la biblioteca fuera una realidad.
Los aprendizajes recogidos en tantos otros proyectos y las ganas de cumplir un sueño que ahora se comparte con las comunidades menos favorecidas de nuestro país, han permitido que All With Books haya comenzado a tomar tracción y sus ventas han unido a consumidores de más de 10 países del mundo.